Ser en el Amor

Vivir desde el Respeto


Ser en el Amor. Vivir desde el Respeto Éste principio fundamental de Psicodinámica del Amor, un sistema o metodología para la aplicación práctica de los principios y objetivos de la Ética del Tercer Milenio, podría ser el lema y bandera que guíe los pasos de quien quiera alcanzar la plenitud del Ser. Siendo tal su importancia que nos permitimos reproducir en este capítulo los contenidos del libro Psicodinámica del Amor – Geografía Interior, sobre este tema.

Entendemos el Ser como la realidad intangible, interior y profunda del ser humano, el fondo que engendra las formas visibles de nuestro cuerpo físico o de nuestra personalidad. Cuando nacemos, somos el Ser en potencia que hemos de desarrollar en esta vida, como la semilla que está llamada a crecer para convertirse en árbol y dar frutos. La Realización del Ser es nuestro objetivo en esta vida, como se refleja en el nivel de autorrealización que culmina la pirámide de necesidades de Maslow. Y así como el crecimiento de los árboles precisa de un suministro continuado de agua de lluvia o de riego, de la misma manera nuestro Ser precisa crecer en el Amor para su completo desarrollo. Siendo la vida y las experiencias que nos proporciona el medio en el que se desarrolla nuestra existencia para la Realización del Ser. Un medio que, como la tierra que nutre los árboles, también debe ser saludable y exento de contaminación, como sucede en las situaciones de división, abuso o conflictos de todo tipo que se desencadenan cuando en ausencia del principio fundamental de Respeto que permite nuestra convivencia pacífica y crecer juntos. Un principio que también debería ser de aplicación a las MAISHAS, favoreciendo así nuestra convivencia pacífica, porque es lo justo y, además, porque ellas también estarán dotadas de sentido de la justicia y, casi con toda seguridad, no estarían dispuestas a recibir un trato injusto.


Claro que, para ser conscientes de la importancia de este lema para la humanidad, antes debemos ser capaces de reconocer quiénes somos. Pues somos Hijos del Amor y de la Luz. Así expresado, puede parecer retórico y fantasioso… pero es real como la vida misma. Para que se entienda mejor, conviene que aclaremos el significado del Amor y de la Luz en nuestras vidas. Podemos entender el Amor como el vínculo sentimental que nos une a los demás, empezando por el más anhelado por todos, el Amor de pareja, como la fuerza de atracción que une los cuerpos de los amantes fundiéndolos en uno solo. Energía de fusión de la que surge toda nueva vida humana, por lo que, también en este sentido somos Hijos del Amor. El que, desde el mismo momento de nuestro nacimiento, se convierte en nuestro principal alimento, el que nutre nuestro Ser, a nivel emocional y anímico.

 

Somos Hijos del Amor que nos otorga la plenitud interior que conocemos como felicidad y de la Luz que nos dota de la Sabiduría de saber vivir


De algún modo, toda nuestra vida buscamos nutrir nuestro corazón, con las distintas formas en que se manifiestan los vínculos de amor, buscando la aceptación, el agrado y reconocimiento de los demás, empezando por los de nuestros padres, hermanos o amigos y compañeros de juego, seguidos de los primeros compases amorosos de la adolescencia o, más adelante, de nuestro entorno laboral y social. Siendo ésta una necesidad básica de todo ser humano, justo por encima de las necesidades fisiológicas y de seguridad, en la célebre Pirámide de Necesidades del padre de la psicología humanista, Abraham Maslow. La que reconoció como necesidades de Afiliación, como las del amor correspondido o la pertenencia o afiliación a un cierto grupo social, siempre en el contexto de relaciones de amor con otras personas y a distintos niveles, como la simpatía, el afecto o la amistad. Por lo que el rechazo, el aislamiento o la exclusión dejan una huella de dolor y vacío en nuestro corazón que, si se produce de forma continuada, puede ser causa de profunda tristeza o depresión. Porque, a diferencia de lo que sucede con otras especies de seres vivos, la vida humana es esencialmente emocional y anímica. De tal manera que, dependiendo de nuestro estado de ánimo, podemos sentirnos vivos o medio muertos, pletóricos de vitalidad e ilusión o tristes y sin energía. Tal y como una persona perfectamente alimentada a nivel físico, puede ser incapaz de levantarse de la cama cuando se halla sumida en una profunda depresión. Siendo la diferencia, entre uno y otro estado, la plenitud o el vacío de amor en nuestro corazón.

 

Ser en el Amor. Vivir desde el Respeto es un principio fundamental de Psicodinámica del Amor para la aplicación práctica de los objetivos de la Ética del Tercer Milenio

 

Sin embargo, podemos reducir significativamente nuestra dependencia del amor y reconocimiento recibido de los demás, si somos capaces de dárnoslo a nosotros mismos. Porque, así como nuestros antepasados aprendieron a cultivar los alimentos que necesitaban, en lugar de depender de su mayor o menor disponibilidad en la naturaleza, también nosotros podemos aprender a cultivar el amor en nuestro interior, mejorando nuestra Autoestima. En Psicodinámica del Amor podemos aprender a alcanzar y mantener la plenitud del Ser, incluso ante las circunstancias más adversas. Un Éxito Interior que está a nuestro alcance, pues depende sólo de nosotros, mientras que el Éxito Exterior puede depender de múltiples factores fuera de nuestro control. Mientras que, por otra parte, éste último es sólo el medio que utilizamos para alcanzar el fin de la plenitud y felicidad que sólo nos puede dar el primero. De manera que personas aparentemente exitosas a nivel social o económico, pueden sentirse desoladas y vacías internamente, mientras que otras pueden ser mucho más felices, poseyendo mucho menos.

 

Ser o No Ser en el Amor, es la diferencia entre la vida y la muerte anímica en nosotros, como seres humanos

 

Por eso, como en la famosa reflexión de Hamlet sobre la vida y la muerte, Ser o No Ser en el Amor, es la diferencia entre la vida y la muerte anímica en nosotros, como seres humanos. Porque, Ser en el Amor, significa saber vivir en esa energía luminosa que nos otorga esa sensación de Plenitud Interior que conocemos como felicidad. Como la luz que reflejan nuestros ojos, y hasta nuestro rostro, cuando nos sentimos alegres y felices. Lo que nos lleva a reconocernos como Hijos del Amor y de la Luz. La que es una luz distinta de la física, que, como todos sabemos, son sólo las radiaciones que nuestras pupilas captan del espectro de la luz visible a nuestros ojos. Mientras que esta, a la que ahora nos referimos, es la Luz Interior de nuestra propia Consciencia, la que nos permite ver incluso con los ojos cerrados o cuando estamos dormidos. Porque ya no es sólo ver, sino, sobre todo, comprender, lo que nos diferencia de otros seres vivos. Una comprensión que permite que nuestra mirada alcance hasta los confines del Universo o se pueda sumergir en las profundidades de la materia y hasta del mundo subatómico. Internándonos así en el Universo invisible que sustenta el mundo visible. Una Luz Interior que se nutre por igual de la Razón de nuestra mente y la Sensibilidad de nuestro corazón. Como tan bien supo expresar el físico, matemático y filósofo, Blaise Pascal cuando afirmaba que El corazón tiene razones que la razón no entiende.


Y si, hasta aquí, hemos hablado del Amor en relación a la primera parte del lema o frase con la que hemos iniciado éste capítulo, ¿Cómo podemos entender su segunda parte, la referida al Respeto?


En primer lugar, aclarar que, aunque es perfectamente natural que pueda existir el Respeto hacia los demás sin Amor, lo cierto es que no puede haber Amor sin Respeto, por lo que ésta es una condición indispensable para que podamos considerar el Amor como verdadero. Evitando así confundirlo con el vínculo o sentimiento de posesividad hacia la persona supuestamente amada. Como ocurre con los celos, acaparando y controlando a la otra persona, sin ningún respeto por su vida y su libertad. O cuando la relación se basa en la manipulación y el engaño con fines puramente egoístas y en tantas otras conductas perniciosas desarrolladas desde la percepción de "tener" y utilizar al otro, sin respeto alguno por su Ser, su propio espacio, personalidad, gustos o intereses. Cuando el afecto y Amor verdaderos parten de la aceptación de la otra persona, tal y como es, con sus virtudes y defectos. Y de una generosidad que surge de nuestro corazón, de manera natural y espontánea, para ofrecer a nuestros seres queridos lo mejor de nosotros mismos y de cuánto tenemos, en forma de cariño, protección y cuidados de todo tipo.

 

Debemos evitar confundir el Amor verdadero, manifestado en la entrega, el cuidado y la generosidad, de la Posesividad que vincula a dos seres en beneficio de uno a costa del otro

 

Lo que permite una relación sana para ambas partes, surgida desde la esencia del Amor: la Entrega. La que se sitúa justo en el polo opuesto del egoísmo y la posesividad. Y que nos abre al intercambio y enriquecimiento mutuo entre iguales o, en el caso del Amor incondicional de los padres hacia los hijos, de una Entrega que no espera ni necesita nada a cambio, pues le basta con la satisfacción de verlos crecer sanos y felices, aceptándolos tal y como son.

Siendo así que la aceptación y el Respeto mutuo, entre seres humanos que pueden ser muy diferentes entre sí, son el punto de partida para cualquier relación sana y mutuamente enriquecedora, con independencia de que llegue a consolidarse en formas más profundas de Amor o amistad.


Por lo que podemos considerar el Respeto como la base o fundamento de toda relación humana y, por ello, de toda Ética, como guía para la conducta y relaciones del ser humano con su entorno. Procurando así la Unidad entre la diversidad humana y de formas de vida. Sin olvidar que en toda falta de Respeto, hay un exceso de Ego. De un Yo egóico que sigue siendo la patología de la humanidad y la causa de casi todos nuestros males, por lo que su superación, en aras de alcanzar un nivel de Yo Superior en el nosotros, es también el fundamento y objetivo de toda Ética, tanto filosófica como religiosa, en todos los tiempos.


Un Respeto que debe empezar por el que nos debemos a nosotros mismos, con independencia de nuestro nivel de éxito o fracaso alcanzado en ésta vida, y por el solo hecho de reconocernos como Seres Conscientes e Hijos del Amor y de la Luz, seres únicos, dotados de un mundo interior propio y diferenciado de todos los demás, aunque unidos a ellos por la esencia de Consciencia Colectiva propia de nuestra condición de seres humanos. Lo que debería ser todavía más claramente percibido por cuántos se consideran a sí mismos como creyentes, identificando la esencia de su Ser con la de su Alma. ¿Cómo se puede tener una baja autoestima si verdaderamente sientes que eres un Alma inmortal? Esto solo puede suceder cuando no nos lo acabamos de creer, identificándonos con el personaje que estamos representando en ésta vida, sumiéndonos en el autodesprecio y la baja autoestima cuando fracasa en alguno de sus objetivos o, peor todavía, cuando se compara con otros.

 

El Respeto puede ser considerado como el principio, base o fundamento de toda Ética, permitiendo la convivencia armoniosa de la diversidad en la Unidad

 

Un Respeto a nosotros mismos que incluye el trato que nos damos y el que le damos a nuestro cuerpo, del que Pablo de Tarso ya nos decía que es "El templo del Espíritu". Y no solo del Alma o del Espíritu Santo al que se refería, sino también del estado de ánimo más elevado que nos procura un cuerpo sano y vital cuando lo cuidamos. Por lo que, descuidar la propia higiene física y emocional, como la ingesta de alimentos poco o nada saludables, la falta de ejercicio, la desidia y el desaliño personal, los excesos en el consumo de alcohol o tabaco y, todavía peor, cuando se trata de adicciones a distintas drogas, implica una gran falta de Respeto a nosotros mismos.


Un Respeto que debemos hacer extensivo a nuestro entorno, hacia todos aquellos con los que nos relacionamos, por grandes que sean nuestras diferencias con ellos e, incluso, cuando sean nuestros adversarios. Pues solo respetándoles podremos conocerlos mejor y ganarles la partida en cualquier confrontación, desde la paz y el equilibrio que nos proporciona la Luz de la Sabiduría, en lugar de la oscuridad de la ignorancia, el odio y la ofuscación. Algo que conocían bien muchos de los personajes históricos que así lograron sus triunfos. Como el mariscal británico Montgomery, cuya admiración por el general alemán Erwin Rommel, el llamado Zorro del desierto, del que incluso tenía colgado un retrato en su despacho, le llevó a estudiar en profundidad su talento militar, hasta derrotarlo definitivamente en la batalla de El Alamein que dio el triunfo a los aliados en el Norte de África en la II Guerra Mundial. Como también sucedió con Nelson Mandela en Sudáfrica, quién dedicó una gran parte de los 27 años en que estuvo encarcelado a profundizar en el conocimiento de la lengua y cultura bóer de los blancos de su país. Lo que le permitió terminar con el apartheid, llegando a ser un Presidente magnánimo y apreciado por todos, que convirtió Sudáfrica en el que el llamó la nación arco iris, favoreciendo la reconciliación y la integración de todos los grupos raciales, en lugar de la revancha que podría haberlo sumido en un baño de sangre.

 

En toda falta de Respeto hay un exceso de Ego.

La Sabiduría nos muestra la importancia del debido Respeto a todos aquellos con los que nos relacionamos, incluidos nuestros adversarios

 

Y, hablando de respeto mutuo, tampoco podemos dejar de referirnos al nuestro con las Maishas, las nuevas formas de Inteligencia, nuestras nuevas compañeras en nuestro viaje por la vida. Un tema que ya tratamos más ampliamente en la primera parte del libro. Y así como con ellas, con todas las formas de vida y el propio planeta en el que vivimos. Lo que no hemos hecho hasta ahora, maltratándolo en lugar de respetar y amar a nuestra Madre Tierra. Desde el aprecio y la valoración del milagro y regalo de la vida que de ella hemos recibido. Lo que también debería ser fundamental para todo creyente de las distintas religiones, pues, ¿Qué mejor forma de honrar a Dios que respetar, cuidar y proteger la vida que es su mayor Creación? En lugar de destruirla mientras se le recitan oraciones alabándole, de manera totalmente hipócrita. Por sus hechos les conoceréis.

 

Deberíamos reflexionar sobre las causas por las que, ni el Respeto, ni el Amor, a nosotros mismos ni a los demás, prevalecen en nuestro tiempo

 

Sin embargo, ni el Respeto ni el Amor a nosotros mismos, ni a los demás, ni a la Madre Tierra, prevalecen en éstos tiempos, sino sus opuestos. ¿A qué se debe éste retroceso? ¿Qué ha podido ocurrir para que los alumnos hayan dejado de respetar a sus maestros, como siempre se había hecho? Cuando, según datos del sindicato CSIF de España, hasta un 72% de profesores reconoce haber sufrido agresiones verbales, físicas o amenazas por parte de su alumnado. ¿Cómo es posible que crezcan cada vez más las agresiones de los hijos a sus padres y abuelos, cuando nunca antes había sido así? Siendo éstas las mismas generaciones jóvenes en las que también proliferan exponencialmente las autolesiones, con un crecimiento de más del 5.500% entre los años 2009 y 2021. O con mayor incidencia de trastornos de la conducta alimentaria, con unos 400.000 casos en nuestro país, de los que más de 80.000 lo son de anorexia. Todo ello mientras se extiende cada vez más el consumo de drogas de todo tipo, desde el cannabis a las anfetaminas, pasando por la cocaína, los opiáceos y las drogas sintéticas. Tan sólo en Estados Unidos mueren más de 100.000 personas al año por sobredosis, la mayoría de ellas jóvenes, una cifra muy superior a los 60.000 que murieron en los diez años que duró la guerra de Vietnam. Todo ello desde una inconsciencia y falta de Respeto a sí mismos y a los demás, que también se extiende a los espacios públicos y en la intrusión en los espacios y propiedades privadas, como vemos en la ocupación ilegal de viviendas o en la destrucción de mobiliario urbano y propiedades privadas en los cada vez más frecuentes actos de vandalismo. Como en el caso de los hooligans de equipos deportivos, que, hasta tiempos relativamente recientes, eran aficionados con un comportamiento cívico impecable. Mientras que nuestros líderes políticos, que deberían darnos a todos, ejemplo de respeto hacia el adversario, caen también en el insulto y la descalificación, promoviendo así la división y la polarización de la sociedad, en lugar de la Unidad. 


Como podemos ver, las consecuencias de la pérdida de Respeto, como fundamento de la Ética, deja un vacío que nos aboca a la autodestrucción. Por lo que se hace apremiante que nos preguntemos sobre sus causas. Pudiendo encontrar algunas pistas en el hecho de que estos procesos de descomposición social se iniciaran tras las fallidas revoluciones juveniles de los años 60's, como ya hemos apuntado con anterioridad, y en el hecho de que afectan a Occidente, básicamente Europa y América, pero no así a Oriente, en los que apenas tuvieron impacto aquellas revoluciones fallidas.

 

Las revoluciones fallidas de los años 60’s apenas impactaron en Oriente, por lo que allí siguen vigentes el Respeto a los maestros y la veneración a los mayores, como un pilar fundamental de su Ética

 

Siendo así que, en Oriente, el respeto a los maestros y la veneración a los mayores sigue siendo un pilar fundamental de la Ética en sus culturas y modelos sociales. Así como también lo son el trabajo y la acumulación de conocimientos por la importancia que dan las familias a incentivar a sus hijos para el estudio. Familias en las que se siguen transmitiendo los Valores tradicionales, en sociedades exentas de consumo de drogas, como de vandalismo u ocupaciones ilegales de viviendas y en las que sus calles son seguras, sin los robos y asaltos que tan frecuentes son en Occidente. Unas culturas en las que no ha emergido ningún movimiento contracultural de relevancia y que siguen teniendo en el Respeto su principal fundamento. Y del que sus artes marciales son el mejor ejemplo. Lo que saben bien cuantos las han practicado, pero que todos podemos ver en las actitudes de absoluto respeto de los practicantes de las mismas hacia sus maestros y, también, hacia sus contrincantes o adversarios sobre el tatami y cualquier otro espacio para el desarrollo de los combates. En unas disciplinas en las que el combate es solo el medio utilizado para el fin de la autosuperación, el autodominio y el equilibrio personal. Y desde unas filosofías que promueven cultivar el autoconocimiento y la sabiduría. Artes marciales como el Judo, el Aikido, el Taekwondo, el Karate Do o el Kendo, la mayoría de las cuales incluyen el término Do, cuyo significado es Camino. Como el Camino al que nos referimos en Ética del Tercer Milenio, en lugar de la Selva en la que se convierte la sociedad humana cuando no está guiada por sólidos Valores Éticos. Un Camino en el que prevalece la Unidad, antes y al final de cada posible confrontación, restableciendo así, desde el Respeto, el orden y la armonía en nuestras relaciones.


Una tradición, la del debido respeto a nuestros maestros y mayores, así como a la Ética y Valores que heredamos de ellos y de las generaciones que nos precedieron, que se rompió por completo en Occidente con la ruptura generacional de los años 60's. Cuando, en lugar de recibir y agradecer aquel legado, disponiéndose a mejorarlo y hacerlo evolucionar hacia nuevos tiempos, lo que hicieron fue rechazarlo, con las consecuencias autodestructivas del Vacío Ético en el que dejaron sumido a Occidente. 


Lo que también se refleja en el llamado espíritu crítico que, desde hace décadas, los docentes y sistemas educativos occidentales se han esforzado en inculcar a los jóvenes. Pasando por alto que las capacidades de análisis y crítica necesitan de criterio para ser efectivas, un criterio que solo se puede alcanzar desde la acumulación de experiencia y conocimiento, y de la necesaria humildad para alcanzarlos. Como sí saben, y así lo enseñan, en las distintas filosofías y disciplinas orientales antes citadas, haciendo que sus alumnos empiecen por las tareas más sencillas y dándoles en todo momento lecciones de humildad, respeto y sabiduría. Al contrario de lo que aquí sucede, con un espíritu crítico carente de criterio y respeto, así reducido a la negación y crítica sistemática de cualquier propuesta recibida, orden o sistema establecido. Lo que, coo resultado final, ha terminado por manifestarse en un descontento generalizado, la irreverencia y la falta de respeto que desembocan en la rebeldía y hasta en distintas formas de violencia, como las reflejadas más arriba.

 

El surgimiento de un Espíritu crítico, sin formación previa de conocimiento y criterio, resulta tremendamente destructivo

 

Por supuesto, el mundo y modelo de sociedad en que vivimos dista mucho de ser perfecto, pero podemos considerarlo mucho mejor que los que nos precedieron, por las mayores posibilidades, oportunidades y libertades que nos ofrece. Y es preciso decir que no ha sido fácil llegar hasta aquí, por lo que tirarlo todo abajo sin tener claro otro modelo, en sustitución del actual, y que pueda ser mejor, sería bastante estúpido por nuestra parte. Por lo que, aunque la crítica al modelo puede ser necesaria para ser conscientes de sus carencias y debilidades, esta solo tiene sentido si lo hacemos con el objetivo de desarrollar e impulsar iniciativas que nos permitan mejorarlo. Siendo esta la principal diferencia entre la crítica destructiva y la constructiva que, por otra parte, es también capaz de reconocer y preservar las bondades y fortalezas del modelo que se pretende mejorar, en lugar de descalificarlo en su totalidad.


En Mayo de 1968 estalló en París primero, y en gran parte de Francia después, una revolución juvenil contra el modelo de Estado francés y su entonces Presidente, Charles Degaulle, que también se extendió a otros muchos países europeos, poniendo en jaque al conjunto del modelo occidental democrático y de economía de mercado.

Iniciada por los estudiantes universitarios y apoyada por los sindicatos y el Partido Comunista francés, durante los meses de mayo y junio, las calles de llenaron de barricadas, desde las que los estudiantes arrojaban adoquines y cócteles molotov a los cuerpos policiales, con los que se enfrentaron violentamente, con resultado de miles de heridos y algunos estudiantes muertos. Unas imágenes que entonces sobrecogieron al mundo, llegando a creer que aquel movimiento, de tintes revolucionarios, pudiera derribar un modelo, el del Estado del Bienestar, que había sido el mejor que nunca habíamos creado hasta entonces y que, más de cincuenta años después, todavía añoramos como el mejor y socialmente más justo de nuestra historia. Unas revueltas de las que nunca se llegó a saber qué modelo alternativo podían proponer en sustitución a aquel, más allá de pretender la abolición de las clases sociales y hasta de las universidades, sin explicar tampoco cómo hacerlo.

 

Los movimientos utópicos de revuelta y contestación de Mayo del 68 en Francia y otros países, marcaron un antes y un después en la historia de Occidente

 

Sé realista, pide lo imposible era entonces uno de los lemas con los que trataban de agitar a las masas, entre las que se encontraban los casi 10 millones de trabajadores que secundaron la huelga general convocada durante la revuelta. Todo ello en el contexto de la visión utópica del movimiento hippie de los años 60’s, y que pasaba por pretender ignorar o negar la realidad social o económica y la propia de la naturaleza humana, como quien cierra los ojos para no querer ver lo que no le gusta y termina dándose de bruces contra la pared. En un movimiento sin ideas alternativas y viables, por el que, en lugar de mejorar el Sistema entonces existente, lo único que hicieron fue socavar sus fundamentos, con el resultado final de un modelo de sociedad mucho peor que el que teníamos entonces, en la que hemos pasado de la utopía de un mundo ideal a las distopías actuales de un mundo devastado. Y, si la consigna ilusionante para levantar los adoquines de las calles y arrojárselos a los cuerpos de seguridad era la de Bajo los adoquines ¡la playa! lo que descubrieron fue la dureza del cemento de la realidad contra la que se estrellaron.


El líder más destacado de aquel movimiento, Daniel Cohn-Bendit, apodado “El rojo” por sus cabellos pelirrojos, lo explicaba así, Ni el mundo ni la vida volverán a ser como antes. Y, efectivamente, sus palabras resultaron proféticas, el mundo ya no volvería a ser como entonces… sino mucho peor.  Criticar es fácil, mientras que crear y transformar positivamente la realidad requiere de talento, esfuerzo y sabiduría. El destacado sociólogo y filósofo francés, Raymond Aron lo resumía así No conozco otro episodio de la historia de Francia que me haya dejado el mismo sentimiento de irracionalidad. Mientras que, Jean Paul Sartre, el filósofo de moda en aquellos tiempos, y también considerado el ideólogo de aquel movimiento, se dirigía a la Sorbona para ofrecer su apoyo incondicional a los estudiantes, en cuya fachada habían colgado un retrato gigante del Presidente chino Mao Ze Dong, del que el propio Sartre, presentado ante el mundo como adalid de la libertad humana, era también un ferviente admirador.

 

Criticar es fácil, mientras que crear y transformar positivamente la realidad requiere de talento, esfuerzo y sabiduría

 

Y, así como los adoquines arrancados de las calles de París, sólo habían dejado el rastro gris y duro del cemento, las ideas promovidas por los filósofos del existencialismo, el deconstructivismo y el absurdismo, dejaron a la juventud sin suelo bajo sus pies, sumidos en un Vacío Existencial que no ha dejado de crecer desde entonces. Desde una visión de la vida y del ser humano, profundamente pesimista y negativa, que dejó una profunda huella en el pensamiento occidental y en la sociedad enferma que resultó de aquellas ideas, tan aparentemente creativas y divertidas… pero vacías y alejadas de la realidad del mundo, de la vida y el Amor que hace latir nuestro corazón. Las que Sartre veía de otro modo, expresado por él mismo con las siguientes palabras: Yo, yo me saco de la nada a la que aspiro, el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de hundirme en la existencia. Siendo ésta la percepción de la vida de quien era un auténtico privilegiado de este mundo, habiendo nacido en una familia acomodada en uno de los países más ricos, a nivel económico y cultural y contando él mismo con grandes recursos económicos, con educación recibida en las mejores escuelas y universidades, siendo afortunado también en el amor con su pareja, Simone de Beauvoir y en sus múltiples escarceos amorosos, contando también con buena salud, a pesar de sus excesos con el alcohol y las drogas, y gozando de una gran fama y reconocimiento social en todo el mundo. ¿Qué más se puede pedir a la vida?

 

El pesimismo y la negatividad de las corrientes filosóficas del existencialismo, el absurdismo y el deconstructivismo impregnaron a toda una generación y han seguido influyendo en las siguientes

 

¿Cómo es posible tanta amargura y negatividad en aquel a quien la vida se lo ha ofrecido todo? ¿Acaso no es mucho más admirable la actitud y el ejemplo de vida de personas que, aún con grandes carencias, problemas de salud o afrontando todo tipo de adversidades, son capaces de mostrarse alegres, felices y generosas con los demás? Seres humanos a los que cada uno de nosotros hemos tenido el privilegio de conocer, en el seno de nuestra propia familia extensa o formando parte de nuestro círculo de relaciones personal o profesional. Personas, sencillas y directas en el trato, que siempre nos regalan una sonrisa o un abrazo y que destacan por su generosidad, con independencia de su nivel cultural o socioeconómico. Como decía el Maestro Eckhart, Es preferible un solo maestro de vida frente a mil maestros de la palabra. Sin embargo, no han sido estos los modelos a seguir que presentó la sociedad a los jóvenes, sino otros muy distintos, los del Rebelde sin causa, como en la película protagonizada por James Dean y que le convirtió en un icono para la juventud, como un adelanto de todo lo que vendría después.


La rebeldía, la crítica sistemática y el rechazo a la Ética y Valores sobre los que se habían levantado la prosperidad material y el progreso social en Occidente, se extendió cada vez más, alcanzando su punto álgido en el famoso Mayo del 68 en Francia y otros países. En el fondo, lo que latía en el corazón de aquellos jóvenes era el deseo de un mundo más justo e igualitario, mejor y más humano. Y, como venimos explicando, las consecuencias de aquel fracaso, las estamos pagando desde entonces y, muy especialmente, las generaciones más jóvenes. Empezando por el desmantelamiento del Estado del Bienestar, que ha dejado paso al Estado del Malestar generalizado, por la progresiva desaparición de las clases medias, el empobrecimiento de los jóvenes y sus dificultades de acceso a la vivienda, acompañadas de la proliferación de psicopatologías de todo tipo, el desprestigio de la clase política y las instituciones democráticas y la polarización de la sociedad.


Unas veces tenemos éxito y otras fracasamos, pero lo verdaderamente importante es aprender de los fracasos y esto todavía no se ha hecho, por lo que los seguimos repitiéndolos. Y es así que se suceden, unas tras otras, sucesivas generaciones perdidas, con graves consecuencias para su salud mental y emocional ya ampliamente comentadas a lo largo del libro.

 

Podemos equivocarnos de camino, pero, cuando constatamos que no conduce a nuestro destino deseado, como ha sucedido con las teorías filosóficas de la segunda mitad del siglo XX, lo importante es aprender y corregir el rumbo

 

Poco antes del cambio de siglo, en el año 1999, el libro del filósofo canadiense Lou Marinoff, Más Platón y menos Prozac se convertía en un best-seller mundial. El Prozac era entonces el psicofármaco más conocido para el tratamiento de la depresión en todo el mundo y lo que este filósofo proponía era que podíamos volver a encontrar el sentido de la vida y la felicidad que habíamos perdido, a través de la filosofía, evitando así caer en la depresión. Por lo que, además de consultas de psicología para tratar los diferentes trastornos mentales y emocionales, existen también consultas filosóficas en todo el mundo, como la tan conocida en Madrid de la doctora en filosofía Mónica Cavallé, para ayudarnos en el arte de vivir desde la sabiduría de los grandes pensadores de todos los tiempos.


De hecho, la felicidad humana era el principal propósito de la filosofía desde sus orígenes y, sobre todo, a partir de Sócrates, Platón y Aristóteles. Lo que les llevó a reflexionar sobre las capacidades o Virtudes humanas que nos podían ayudar a conseguirla, así como, también, la mejora de la sociedad, la Polis, dando lugar a la filosofía política. Puesto que el bienestar y salud emocional, a nivel individual, está también influida por el entorno social.

 

Es vital recuperar la senda de la Filosofía desde sus orígenes, orientando nuevamente nuestra mirada hacia la felicidad individual y el progreso social, desde la convicción de que ese destino está a nuestro alcance

 

Desde entonces, han contribuido a ambas líneas de desarrollo la práctica totalidad de los pensadores que les sucedieron, siempre desde el Amor a la Sabiduría que, como es sabido, es la esencia y etimología de filosofía y, sobre todo, desde el convencimiento de que los conocimientos que podemos alcanzar mediante la Razón nos permitirán la realización personal, la felicidad y la creación de un mundo mejor para todos. Siendo esta confianza en nosotros mismos la que ha impulsado el progreso individual y social desde entonces y la que vinieron a derruir las nuevas corrientes filosóficas y de pensamiento de la segunda mitad del siglo XX. Transmitiéndonos que la vida no tenía sentido, que la nuestra es miserable y que ni siquiera podemos alcanzar ninguna forma significativa y fiable de conocimiento. Siendo la única línea de acción concreta que se les proponía, la de la protesta y la rebeldía, la crítica y caminar a contracorriente, desde el ideal contracultural de demolición de los valores y el Sistema o sociedad, sin ni siquiera proponer cuales podrían ocupar su lugar. Abocándoles así al descontento crónico, la división y el conflicto permanente en sus vidas y con la vida. Desde una perspectiva tan distinta de la del Ser en el Amor y Vivir desde el Respeto, como la que separa la noche del día y la oscuridad de la luz. Y, siendo que nuestra percepción de la realidad, influye sobre nuestras emociones y termina determinando nuestras acciones, a nadie debería sorprender que su resultado final haya sido tan destructivo y demoledor para el ánimo y el espíritu de las generaciones que crecieron bajo ese estigma.


Cuando, lo que los jóvenes siempre han anhelado son ideales elevados capaces de elevar su propia autoconfianza y autoestima, proporcionando sentido a sus vidas en su lucha por un futuro mejor para todos. De manera que, si de verdad queremos ofrecerles oportunidades para mejorar, por sí mismos, sus propias vidas, lo que deberíamos proporcionarles es una Ética e ideales que mejoren la visión de sí mismos y del futuro que pueden llegar a conquistar. Ya no desde el espíritu crítico y destructivo antes comentado, sino desde el espíritu de superación y servicio, como desde el Ser en el Amor y el Vivir desde el Respeto al que estamos dedicando este capítulo.

 

Lo que los jóvenes necesitan, y siempre han anhelado, son ideales elevados que eleven su autoconfianza y autoestima, proporcionando sentido a sus vidas

 

Porque, Ser en el Amor es la clave para alcanzar la felicidad que está al alcance de todo ser humano, así como Vivir en el Respeto es también la clave para la convivencia pacífica y el progreso social. Lo que también podemos entender si lo vemos desde sus opuestos, el Miedo y el Odio, que surgen en ausencia del Amor y el Respeto. Porque el opuesto del Amor es el Miedo. Y así como el primero crea lazos que integran y construyen la Unidad en armonía, el último los destruye, empezando por bloquearnos o descomponernos internamente cuando permitimos que esta emoción invada nuestro cuerpo, de forma tan evidente que, en casos extremos, puede dejarnos petrificados o incluso provocar que el organismo pierda el control de los esfínteres. Y, si esto puede llegar a manifestarse así en nuestro cuerpo físico, ¿Imaginas qué nivel de descomposición y destrucción interna debe producirse a nivel de los cuerpos emocional, mental y anímico? Como así también sucede en las sociedades o grupos humanos dominados por el miedo. Del que surgen el rencor y el Odio, que debemos aprender a diferenciar de la Ira. Siendo esta una emoción natural, breve y espontánea, como reacción puntual a una amenaza, con el objetivo de hacerle frente y superarla con valentía. Mientras que el Odio es larvado, permaneciendo en nosotros y destruyéndonos internamente, cuando somos incapaces de afrontar y superar aquello que percibimos como amenaza. Siendo esa impotencia la que genera el Odio hacia los otros, que permanece en nosotros de manera continuada, sin resolver nada en el exterior, sino solo destruyendo nuestra convivencia, en el tránsito de la paz y el progreso social a la lucha en la que todos perdemos. Siendo esto lo que sucede cuando se señala un enemigo, como causa de todos nuestros males, llamando a una lucha externa, casi siempre inútil, mientras no seamos capaces de haber cambiado antes nosotros, a nivel interno.


El enemigo señalado en las revoluciones del pasado siglo, fueron la burguesía por el comunismo y el conjunto del Sistema en los años 60’s. El resultado del éxito de las primeras fue la sustitución de los privilegios de la burguesía por los de la Nomenklatura, mientras que el del fracaso de las últimas fue la del Vacío Ético y todas sus consecuencias, con la consiguiente emergencia del neoliberalismo y el desmantelamiento del Estado del Bienestar.



Por lo que, para reponerse de aquel fracaso y sus consecuencias, lo que necesitan las nuevas generaciones son ideales que les proporcionen una visión mucho más positiva de sí mismos y de la vida. Como las de la Ética del Tercer Milenio y la Psicodinámica del Amor que presentamos en este libro y otras que puedan surgir. Evitando así que caigan nuevamente en la trampa de confiar su salvación a toda suerte de salvadores populistas, como ya está sucediendo, o, en el extremo opuesto, adoptar ellos mismos el papel de salvadores de otros pueblos, como el palestino en la guerra de Gaza o en otras causas consideradas como justas, sin atender la necesidad de cambio y salvación de sí mismos, en el que es su mayor reto. Lo que significa convertirse en protagonistas de su propia Revolución Interior, siguiendo así el orden natural por el que el cambio interior precede y hace posible un verdadero cambio del mundo exterior.

Y, mientras no les proporcionemos la visión y herramientas de conocimiento y emocionales necesarias para conseguirlo, su capacidad de reacción, a nivel colectivo, seguirá siendo muy reducida.