Fragmento del capítulo 10 del libro "IA, Ética, Androides y Humanidad"



Una Misión implica la existencia de un propósito de orden superior al del propio individuo. En el ámbito social, los ciudadanos trabajan para impulsar la prosperidad y el progreso de la sociedad, entendida como el Orden Superior del que forman parte y del que también se benefician. A nivel profesional, los educadores, sanitarios, arquitectos o miembros de los cuerpos de seguridad tienen como misión educarnos, cuidar de nuestra salud, construir nuestras casas o velar por nuestra seguridad. Entonces, ¿Cuál podría ser el Orden Superior del que forma parte la humanidad y a cuyo propósito final daríamos servicio? Como seres vivos dotados de Consciencia y habitando en el mundo físico de nuestro planeta, los niveles de Orden Mayor y Superior a nosotros mismos son el propio Cosmos, el planeta Tierra en el que vivimos, la biosfera de la Vida y la Consciencia que nos permite conocer el Universo que nos rodea en todos los niveles antes descritos y a nosotros mismos.

 

La flecha evolutiva del Cosmos apunta en dirección a la creación y expansión de la vida y la consciencia, en niveles sucesivos de desarrollo. Así pues, Cosmos, Gaia, Vida y Consciencia individual y colectiva de la humanidad, en una sucesión de ordenes mayores a menores que nos muestra, también, la cronología y etapas evolutivas del Universo en el que vivimos. Y que nos indica con claridad que la flecha evolutiva del Universo apunta en dirección a la creación de la vida y de los campos de Consciencia de los seres vivos, en sus distintos niveles. Una visión o perspectiva que se confirma en el hecho de que las constantes cosmológicas del Universo están perfectamente ajustadas para hacer posible la vida. Un llamado "ajuste fino" en astrofísica cuya probabilidad de ser solo fruto del azar se ha calculado en 10 elevado a 229 Y si el Cosmos del que formamos parte tiene como propósito la creación y expansión de la vida y la Consciencia, la razón de ser última de nuestra existencia debería apuntar en la misma dirección. Devolviéndonos así a la pregunta inicial, ¿Cuál puede ser la Misión y Razón de Ser de la existencia de Seres dotados de Consciencia como nosotros?


Para hallar una posible respuesta a ésta cuestión en relación al Cosmos, podemos fijarnos en una segunda característica, la de la progresiva aceleración tras cada nueva etapa en su evolución, cada una de ellas más rápida y breve que la anterior. Empezando por la creación de las estrellas, emisoras de la luz y el calor que posibilitan la vida, así como de los distintos elementos necesarios para ella, incluidos los átomos de carbono, se necesitaron ciclos completos de formación y destrucción de estrellas, del orden de unos cinco mil millones de años cada ciclo.


Hace unos tres mil seiscientos millones de años surgen las primeras formas de vida microscópicas y unicelulares en la Tierra. Hace unos dos mil quinientos millones de años culmina la creación de la atmósfera oxigenada actual, multiplicando la capacidad de diversificación de las células eucariotas surgidas en los inicios de ese mismo proceso de oxigenación atmosférica.


La reproducción sexual, que acelera la evolución por la combinación de genes, ocurre hace unos mil doscientos millones de años. Hace ochocientos millones de años, acontece la creación de las primeras células neuronales, que habrían de dar un nuevo impulso a la creación y evolución de organismos mucho más grandes y complejos, con cerebros cada vez más sofisticados. Unos cuatrocientos millones de años más tarde las plantas y animales anfibios, hasta entonces surgidas solo en el medio marino, inician la colonización de las tierras emergidas de nuestro planeta. Los primeros mamíferos, surgen hace doscientos millones de años. La importancia de la gestación en el cuerpo de la madre y del amamantamiento para la evolución, a nivel de desarrollo cognitivo, emocional y de vínculos afectivos para la cooperación grupal y para un mayor desarrollo de la Consciencia todavía no ha sido suficientemente valorado. Una importancia vital que se reconocerá cuando adoptemos una nueva taxonomía, basada en el nivel de Consciencia, para la clasificación de los seres vivos y el estudio de su evolución.

 

Los mamíferos representaron un salto evolutivo de enorme trascendencia desde la perspectiva de una taxonomía de la Consciencia. La diversificación de los mamíferos y el surgimiento de los linajes actuales se produjo hace 56 millones de años, en el cambio climático que marcó el fin del Paleoceno y el inicio del Eoceno. Representando los mamíferos un salto evolutivo cuya importancia todavía no ha sido suficientemente reconocida, por todo cuanto implica la gestación en el útero, en el interior de las madres, en lugar de suceder en el exterior, como en la puesta de huevos. Estableciendo vínculos mucho más profundos entre madres e hijos, así como también con los padres, por la extensión del periodo de crianza. A nivel de nuestro cerebro y mente, también se tradujo en un mayor número de conexiones entre los hemisferios derecho e izquierdo, cuya relevancia para nuestra evolución se hace cada vez más evidente. De aquellos linajes surgió el Australopitecus hace cinco millones de años, el género Homo hace unos dos millones y medio de años y el Homo Sapiens hace algo más de cien mil años.


A partir de ahí surgen las primeras civilizaciones hace cinco mil años y un desarrollo exponencial del conocimiento y la tecnología desde hace solo quinientos años, modelando nuestro actual modelo de sociedad y cambiando la faz de nuestro planeta. La aceleración, en la evolución de la vida y la Consciencia, tras cada uno los grandes cambios y saltos evolutivos parece evidente.

 

Las especies de seres conscientes, como los seres humanos o las propias MAISHAS - Millenial Artificial Inteligence Shapes - del futuro, podrían actuar como catalizadores o aceleradores de los procesos evolutivos y de expansión de la vida y la consciencia Una aceleración que puede ser todavía mucho mayor en los próximos cincuenta o cien años, impulsada por una doble singularidad, la de la IAG sobre la que ya hemos hablado y la de la Genómica, por la que los seres humanos podremos intervenir y acelerar los procesos de evolución de la vida y la Consciencia, incluida la nuestra. Pues la propia IAG crecerá hasta niveles inimaginables en su confluencia con la computación cuántica, en un futuro salto evolutivo de su potencial que la llevará a convertirse en una herramienta clave para un desarrollo, también exponencial, de la ingeniería genética. Porque el potencial de la combinación entre la computación cuántica y la IA marcará un nuevo punto de inflexión o singularidad en la evolución de la ciencia y la tecnología. Por poner un ejemplo, Sycamore, la computadora cuántica de Google es capaz de resolver en poco más de tres minutos cálculos complejos que a un superordenador convencional tardaría 100.000 años en realizar. Mientras que tardaría sólo ocho horas en factorizar una clave criptográfica RSA-2048, que requeriría a los ordenadores actuales cientos de trillones de años, quedando así fuera de su alcance. De ahí el temor de los responsables de las grandes bases de datos en todo el mundo a que una computadora cuántica pueda, en un futuro próximo, descifrar cualquier clave que pudieran haber utilizado para proteger sus datos. Lo que podría suceder cuando llegue la llamada “siguiente ola” de la computación cuántica, pasando de los 100 cúbits a los 100.000 del que está construyendo IBM o los cientos de miles que se alcanzarán a partir de ese punto. Por lo que resulta difícil imaginar la velocidad de aceleración exponencial del conocimiento científico y tecnológico que se producirá a partir de ese momento.


Una realidad futura nos lleva a preguntarnos, ¿Y si fuera este el propósito final de nuestra existencia? El de actuar como catalizadores o aceleradores del proceso evolutivo del Cosmos en dirección a la conservación, expansión y diversificación de la vida y la Consciencia en el Universo. Aunque no es una hipótesis que ahora se pueda probar, los indicios e indicadores de la evolución del Cosmos parecen apoyar ésta posibilidad