Los contenidos del vídeo “La gran jugada” los podéis encontrar, ampliados, en los tres primeros capítulos de la versión resumida de ECONOMÍA 4D, una creación del proyecto Alessandría de Konconsciencia
ECONOMÍA 4D
Una oportunidad histórica
© Konconsciencia
INDICE
ECONOMÍA 4D – VERSIÓN RESUMIDA
LA GENERACIÓN HUMANA DEL CAMBIO DE MILENIO Ç
DIAGNÓSTICO SOBRE LA CRISIS SISTÉMICA ACTUAL
EL FIN DE LOS GRANDES IDEALES Y EL VACÍO ÉTICO
ESCENARIOS FUTUROS PARA LA HUMANIDAD
LA EXPANSIÓN DEL CONOCIMIENTO Y LA CONCIENCIA
RAZÓN DE SER, MISIÓN Y DESTINO DE LA HUMANIDAD
EL VIAJE AL FUTURO
EL CABALLO DE BATALLA DE LA REINSTAURACION DEL ORDEN EN EL SISTEMA
HACIA UN NUEVO ORDEN ÉTICO Y ECONÓMICO MUNDIAL
BASES PARA UN OEEM
LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL COMO ÚLTIMA OPORTUNIDAD
LA GENERACIÓN HUMANA DEL CAMBIO DE MILENIO
Somos seres humanos y formamos parte de la generación humana más preparada de la historia, y la primera que cuenta con todos los recursos, el conocimiento y la tecnología necesarios para lograr un mundo mejor, más justo y pacífico. Terminar con el hambre en el mundo, la pobreza y las desigualdades extremas es posible y está a nuestro alcance. En el actual siglo XXI todos podemos llegar a tener cubiertas nuestras necesidades básicas, pudiendo dedicar nuestro tiempo y energías a desarrollar nuestro talento y potencial humano.
Ese mundo mejor, más justo, pacífico y humanizado, que siempre hemos anhelado, está ahora a nuestro alcance. Sin embargo, ese futuro tan prometedor está en peligro. En los inicios de este siglo y milenio, constatamos que estamos sufriendo graves y peligrosos retrocesos en todos los logros y avances, políticos y sociales que, con tanto esfuerzo, lograron las generaciones que nos precedieron. La crisis desencadenada en el año 2008 puso de manifiesto las vulnerabilidades de un sistema que, entonces, estuvo a punto de colapsar. Se dijo entonces que era urgente abordar la reforma del sistema, para evitar ese peligro, pero nada se ha hecho desde entonces, por lo que es solo cuestión de tiempo que estalle una nueva crisis igual o peor, cuando todavía no nos hemos repuesto de la anterior.
LA CRISIS ACTUAL ES SISTÉMICA Y, PARA SER SUPERADA, REQUIERE DE PROFUNDAS REFORMAS, UNA AUTÉNTICO CAMBIO DE SISTEMA
El sistema económico se rige por las mismas leyes y principios del Orden Natural o Salvaje. La competencia de las empresas y los países por los mercados funciona de manera muy parecida a la competencia de los individuos y las especies en los ecosistemas, prevaleciendo la Ley del Más Fuerte. Por el contrario, los valores e ideales del Orden Ético y Consciente que permite la convivencia pacífica y civilizada en el seno de los grupos humanos, son tan distintos de los del Orden Salvaje como la distancia que separa la Ley del Más Fuerte de la Ley del Bien Común, la bondad o buena voluntad por la que los fuertes ayudan a los débiles y los sanos a los enfermos.
Por ello, la fuerza de los caballos del Poder Económico debe orientarse hacia el Bien Común, siendo esta la responsabilidad que el Poder Político debe ejercer, controlando y regulando su funcionamiento. Con el giro neoliberal iniciado en 1971 y sus planteamientos para una nueva economía, los principales líderes políticos de Occidente se inhibieron de esa responsabilidad, lo que dio como resultado una inversión en el orden natural del sistema, desembocando en el actual desorden mundial. Como consecuencia, el Poder Político se desacreditó y debilitó, pasando a quedar bajo la influencia del Poder Económico. Una situación agravada por una globalización económica que no tuvo su correspondencia a nivel de integración política de los Estados, dando como resultado que las grandes corporaciones multinacionales dispongan de presupuestos superiores a los de la mayoría de Estados nacionales. Mientras crece el poder de los lobbies en las principales capitales y centros de poder político de todo el mundo, como Washington o Bruselas. Y los partidos políticos recurren a financiación ilegal por parte de empresas, para sufragar los costes de una maquinaria electoral que es esencial para ganar elecciones.
EL SISTEMA ECONÓMICO ES AJENO A LA ÉTICA Y, EN SU TENDENCIA NATURAL HACIA EL INCREMENTO DE LAS DESIGUALDADES SE ENCUENTRAN LAS RAÍCES DE LA INJUSTICIA SOCIAL
AL PODER POLÍTICO LE CORRESPONDE INCORPORAR LA DIMENSIÓN ÉTICA A LA ECONOMÍA, CORREGIENDO LAS DESIGUALDADES Y ORIENTANDO SUS CAPACIDADES HACIA EL BIEN COMÚN
Así como en la primera revolución industrial los trabajadores se agolpaban a las puertas de las fábricas ofreciéndose para trabajar en condiciones cada vez más precarias, para poder sobrevivir, en el mundo actual los gobiernos compiten entre sí por ofrecer a las corporaciones multinacionales ventajas fiscales y todo tipo de regalías, incluyendo rebajas de derechos sociales, con tal de atraer la inversión a sus países. El desmantelamiento del Estado del Bienestar, los recortes sociales, el crecimiento de las desigualdades y la injusticia social, como la destrucción de las clases medias y la precariedad en el empleo son sólo algunas de las consecuencias de la actual situación de inversión del orden en el sistema.
El descontento de la ciudadanía por la deriva del sistema se traduce en descrédito de la clase política y de las instituciones del modelo democrático, acrecentada por los innumerables casos de corrupción que la opinión pública va conociendo. Ambos problemas tienen en común ser demostrativas de una total ausencia de ética y valores. Cuando, precisamente, el prestigio de la clase política se forjó en base a los valores e ideales que defendían y que, en el pasado, resultaban creíbles e ilusionantes para la ciudadanía. Lo que contribuye al auge de populismos, nacionalismos y fundamentalismos de todo tipo.
Paradójicamente, cuando, tras la caída del muro de Berlín y el modelo comunista, parecía que el modelo democrático había triunfado definitivamente, nos encontramos con que se está debilitando en todo el mundo. La calidad democrática es cada vez menor y más frágil en los países de la periferia del sistema, mientras que incluso las democracias más consolidadas, retroceden en derechos y libertades, mientras se ven también sacudidas por los partidos populistas. Incluso se ha roto el axioma que asociaba democracia con prosperidad económica y bienestar, y que provocaba que los países del Tercer Mundo la tomaran como modelo a seguir, cuando la mayor riqueza se da en la dictadura de la República China o en las monarquías petrolíferas de Oriente Medio.
Por todo ello, el modelo de sistema político abierto, la democracia representativa, está cada vez más debilitado. Una situación grave y peligrosa, considerando que la historia nos demuestra que el modelo de sociedad abierta y democrática es el más adecuado para el desarrollo de las ideas y los ideales que impulsan la prosperidad material y el progreso humano, así como que los conflictos bélicos se desencadenan con mucha más facilidad en las dictaduras. Lo que, en un mundo con armas nucleares capaces de destruir el planeta por completo, es un peligro de enorme calado. Recuperar el prestigio de la clase política y las instituciones democráticas es vital. Pero ¿Cómo conseguirlo?
LA DEMOCRACIA ESTÁ EN PELIGRO, POR EL DESCRÉDITO DE LAS INSTITUCIONES Y LA CLASE POLÍTICA, EN UNA SITUACIÓN EN LA QUE LA CIUDADANÍA PERCIBE QUE EL VERDADERO PODER SE EJERCE DESDE LA SOMBRA DE GRANDES CORPORACIONES Y CENTROS DE PODER ECONÓMICO, EN BENEFICIO DE ÉSTAS Y EN DETRIMENTO DEL BIEN COMÚN
Sólo será posible rehaciendo el camino que nos ha llevado hasta la actual situación. La clase política y la democracia contaban en el respeto y el apoyo de la ciudadanía cuando actuaban como verdaderos dirigentes y líderes políticos, abanderando ideales de progreso social capaces de conmover los corazones y regulando el funcionamiento del sistema económico, obteniendo con ello los impuestos necesarios para llenar las arcas de Estados económicamente fuertes. La masa monetaria actual es treinta veces mayor que la que había en los años 70’s, mientras que la población mundial sólo se ha duplicado. Mientras la nueva generación de jóvenes es más pobre que la de sus padres y nos explican que los recortes sociales se deben a que no hay dinero. Algo está fallando. Y es que el dinero no está donde debería. La opacidad de los paraísos fiscales y la evasión de impuestos son la piratería de nuestro tiempo. Poner fin a la injusta acumulación de riqueza de unos pocos a costa del sufrimiento y penurias de la mayoría de población es inaceptable. Y, como se expone en Economía 4D, terminar con esa lacra es sólo cuestión de voluntad política.
Y es apremiante que la clase política reaccione, porque hay una revolución en marcha, que puede ayudarnos a dar un gran impulso al progreso económico y social o hacernos retroceder a niveles de desigualdad e injusticia social todavía peores. La cuarta revolución industrial ya se ha iniciado. Su potencial de generación de riqueza será incluso mayor que el de las anteriores. Pero ¿Quién o quienes se beneficiarán de esos enormes excedentes? En la primera revolución industrial, se lo apropió la burguesía, generando reacciones y movimientos sociales que desembocaron en el comunismo. En la revolución electrónica y químico-farmacéutica, y bajo la amenaza del sistema comunista, se redistribuyó mucho mejor, permitiendo la prosperidad generalizada y el florecimiento de las clases medias. Sin embargo, con la caída del sistema comunista, el excedente de la revolución informática, se concentró de nuevo en pocas manos y fue a parar a paraísos fiscales. Del uso que demos al excedente y riqueza generados por esta cuarta revolución industrial depende nuestro futuro.
La primera mitad del siglo XXI será, seguramente, la más importante y decisiva para el destino de la humanidad. Hemos logrado un enorme desarrollo científico y tecnológico, que todavía será mucho mayor con la cuarta revolución industrial, y que nos permite construir un modelo de civilización mucho más justa, pacífica y avanzada. Una sociedad sin hambre, guerras o pobreza, en la que todos los seres humanos podamos desarrollar nuestro potencial de poder personal y felicidad. Pero, paradójicamente, esa misma tecnología puede destruir la civilización y la vida en nuestro planeta, tal y como las conocemos. Las armas de destrucción masiva, la proliferación nuclear, el cambio climático, los virus modificados genéticamente o los robots armados son sólo algunos de los peligros que pueden poner en peligro nuestra supervivencia. Porque la inteligencia y conciencia de los seres humanos, nos dota del poder de la creación… pero también de la destrucción. Lo que debería llevar a preguntarnos ¿Qué es lo que marca la diferencia?
NUESTRO RASGO DISTINTIVO SOBRE TODOS LOS DEMÁS SERES VIVOS ES LA CONCIENCIA SUPERIOR, ÉTICA Y MORAL, QUE NOS ABRE AL PODER DE LA CREACIÓN DE UN ORDEN CONSCIENTE Y UN MUNDO HUMANIZADO
TODA ÉTICA SE INSPIRA EN UNA COSMOVISIÓN CAPAZ DE DAR RESPUESTA A LAS CUESTIONES EXISTENCIALES SOBRE NUESTRO ORIGEN, NATURALEZA, RAZÓN DE SER, MISIÓN Y DESTINO
Nuestra Cosmovisión o, lo que es lo mismo, la forma en que nos vemos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. La respuesta a las cuestiones existenciales sobre quiénes somos o cuál es nuestra razón de ser, misión y destino, es determinante para nuestra conducta. En la medida en que incorporamos la dimensión trascendente del ser humano en nuestra identidad, nuestra conducta estará guiada por valores e ideales elevados. Los propios de la Conciencia Superior, ética y moral, que nos distingue como seres humanos. Cuando esto no es así, es el Ego de cada individuo el que se impone, en distintas formas de egoísmo, por las que busca imponerse a los demás y obtener su propio beneficio sin importarle el daño que pueda causarles. Siendo esta la diferencia entre el uso positivo o perverso, constructivo o destructivo, que podemos hacer de la tecnología. Y, aunque siempre ha sido así, en el pasado nuestro poder tecnológico no era tan grande, como para dotarnos de la posibilidad de crear un modelo de civilización más avanzado o destruirla y arrojarnos de regreso a un pasado oscuro como el que, cada vez con mayor frecuencia, nos muestran las historias de ficción sobre futuros post-apocalípticos.
La civilización, como modelo de convivencia pacífica e integración de la diversidad humana en una identidad cultural, se construye a partir de una Ética y Valores compartidos. La que se construye a partir del marco referencial de una Cosmovisión que incluya la dimensión trascendente del ser humano. Pasando así a ocupar la Ética la posición jerárquica superior en el orden natural del Sistema, al que siguen en jerarquía los órdenes social, político y económico. El respeto e interiorización de este orden es el fundamento de una sociedad fuerte y cohesionada. Sin embargo, la situación actual es de inversión del orden en el sistema, lo que es causa y origen de la actual crisis sistémica. Para comprender cómo se produjo la inversión y formular propuestas para la restauración del orden natural en el sistema, antes es preciso realizar un diagnóstico de la situación actual y su devenir histórico.
DIAGNÓSTICO SOBRE LA CRISIS SISTÉMICA ACTUAL
La primera revolución industrial puso en evidencia la injusticia e inhumanidad del capitalismo salvaje, lo que propició el surgimiento de un modelo alternativo: el comunismo y la economía planificada. El capitalismo demostró entonces su enorme capacidad de adaptación, respondiendo con una mayor redistribución de la riqueza y el auge de las clases medias. Las mismas que llevaron al capitalismo y las democracias a su edad dorada, con los mayores niveles de crecimiento y expansión de la historia y que culminaron con el triunfo sobre el comunismo del modelo capitalista, democrático y de libre mercado. La competencia, exaltada por Adam Smith como motor para la evolución del sistema, resultó un estímulo formidable para la evolución del capitalismo ante la competencia que representaba el comunismo como sistema alternativo. Por lo que, paradójicamente, los mayores beneficiarios de la revolución bolchevique, terminaron siendo los trabajadores del sistema capitalista, reconvertido en un capitalismo de rostro humano y de Estado del Bienestar.
De la misma manera, el declive del comunismo y la consiguiente pérdida de competitividad de aquel sistema alternativo, ya en los años 70’s, marcó el punto de inflexión por el que el sistema empezó a desmantelar el Estado del Bienestar, iniciando una auténtica involución al pasado más vergonzoso del capitalismo salvaje. El punto de inflexión podemos encontrarlo, en el año 1971, en el conocido como Shock de Nixon, cuando el entonces Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, se dirigía en un discurso televisado a toda la nación para pronunciar su célebre discurso sobre un nuevo modelo económico, que se iniciaba con el fin de la convertibilidad del dólar en oro, rompiendo así unilateralmente a los Acuerdos de Bretton Woods. Poniendo así fin a un modelo de orden económico hasta entonces caracterizado por impresionantes tasas de crecimiento continuado y una gran estabilidad, con total ausencia de crisis destacables.
EL SISTEMA DEMOSTRÓ SU CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN Y REACCIÓN ANTE EL DESAFÍO DEL COMUNISMO COMO ALTERNATIVA, EVOLUCIONANDO HACIA LA ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO Y EL ESTADO DEL BIENESTAR
EL GIRO NEOLIBERAL QUE TERMINÓ CON EL CAPITALISMO DE ROSTRO HUMANO, DEVOLVIÉNDONOS AL CAPITALISMO SALVAJE DEL PASADO, COINCIDE EN EL TIEMPO CON EL DECLIVE Y CAÍDA DEL SISTEMA COMUNISTA
Sin base ni anclaje en el que apoyarse, el actual sistema económico es Inconsistente. Una Economía de Papel que se convierte en un castillo de naipes, tan frágil que se puede desmoronar en cualquier momento y de cuya inestabilidad dan fe la interminable sucesión de crisis que han precedido a la actual, desencadenada por la Covid19, pero que se remontan al shock petrolero de 1973 y hasta la quiebra de Lehman Brothers de 2008, pasando por el lunes negro de 1987, el efecto Tequila de 1994, la crisis del sudeste asiático en 1997 y la del rublo en 1998, el estallido de la burbuja punto.com en 2000, el corralito argentino de 2002 o la crisis de las subprime de 2007 seguida de la Gran Recesión Mundial, con la total seguridad de que otras seguirán sacudiendo un sistema financiero cada vez más vulnerable, por su incapacidad para acometer las reformas en profundidad que necesita. Siendo este el resultado del actual desorden económico mundial, tras décadas de desregulación y laissez faire.
Se inició también entonces una etapa en la que la libre competencia, la igualdad de oportunidades y la meritocracia, que habían sido las principales fortalezas del sistema, degeneraron en el Juego Sucio de la corrupción, las desigualdades crecientes y la competencia desleal, reflejada en la ventaja competitiva de las empresas deslocalizadas a países con condiciones inadmisibles de explotación laboral, fiscalidad baja o inexistente y sin exigencias de salubridad en los centros de trabajo o de protección medioambiental. Lo que dejaba fuera de juego a las empresas que sí cumplían con esos estándares en sus países de origen. Un Juego Sucio que se completaba, y sigue haciéndolo, con el impago de impuestos y desvío masivo de beneficios a paraísos fiscales. Una etapa en la que los tiburones de Wall Street y especuladores se convirtieron en el modelo de éxito a seguir, pasando por encima del modelo de empresario dedicado a la economía productiva, generador de empleo y riqueza en la economía real.
Y, entre todos los problemas generados por aquel cambio de rumbo político y económico, el más grave de todos fue el crecimiento de las desigualdades. La mayor lacra de nuestro tiempo, y la peor de las consecuencias de la inversión del orden en el Sistema, tanto a nivel ético y moral como de daños y perjuicios a la base del sistema económico, político y social.
A nivel ético:
- Las desigualdades son causa de sufrimiento inútil y de muertes evitables para una gran parte de la población.
- Es una vergüenza para nuestra dignidad humana, la coexistencia de la opulencia con el hambre y la pobreza.
- Impide que miles de millones de seres humanos puedan desarrollar su potencial humano e individual, para su propia realización personal y felicidad, y para realizar su aportación a la sociedad.
A nivel económico:
- Las desigualdades en el acceso a la educación y el crédito, rompen el principio de igualdad de oportunidades en el que se basa la libre competencia.
- La competencia es el motor del sistema. Sin libre competencia, cuando el talento y el esfuerzo no son cultivados e incentivados, sino que se otorga ventaja a los miembros de una élite acomodada en detrimento de todos los demás, el motor del sistema deja de funcionar correctamente.
- La falta de oportunidades para millones de ciudadanos implica pérdida masiva de talento y oportunidades de crecimiento e innovación para el conjunto de la sociedad.
- En la medida en que se reduce el número potencial de emprendedores económicos, el sistema económico empieza a debilitarse por su base. La base de la pirámide sobre la que se levanta el sistema productivo, con la creación continuada de pequeñas empresas.
- A nivel de demanda y consumo, el sistema también resulta perjudicado, por la reducción relativa del nivel de ingresos de la mayoría de la población en beneficio de una minoría del 1%, cuyo consumo suntuario nunca tendrá los niveles ni la estabilidad del consumo de bienes más básicos del otro 99%.
- En definitiva, la solidez y estabilidad del sistema económico depende de la amplitud de la base social de productores y consumidores, mientras que tenderá a ser frágil e inestable cuando la base de la pirámide se reduce.
A nivel social:
- El crecimiento de las desigualdades genera frustración y desafección de la ciudadanía hacia el sistema, debilitándolo por su base.
- La pérdida de confianza en el sistema y en los elevados ideales que debería representar, desincentivan la participación, el esfuerzo y la aportación al colectivo, dando lugar al surgimiento de grupos antisistema y a que generaciones completas se sientan excluidos del mismo.
- La fractura social pone fin a la paz social, tan necesaria para el buen funcionamiento del sistema económico, para la prosperidad material y el progreso social.
- El empobrecimiento de amplias capas de la población y los recortes sociales constituyen el caldo de cultivo para el incremento de la delincuencia y la inseguridad.
A nivel político:
- El crecimiento de las desigualdades genera rechazo generalizado y desconfianza hacia la clase política, desde la sospecha de que no gobiernan en beneficio de toda la ciudadanía, sino solo de una clase privilegiada.
- El descrédito y la desconfianza se traducen en una oposición frontal y masiva a las principales medidas políticas y económicas que toman los gobiernos, aunque, a veces, puedan ser necesarias, lo que dificulta la gobernabilidad.
- La bronca entre los partidos y la radicalización de sus discursos, desde una oposición destructiva y que sólo busca atraer los votos del descontento, radicalizan todavía más a la ciudadanía.
- El descrédito de la clase política, conlleva el deterioro de la imagen y el prestigio de las instituciones democráticas, debilitando el sistema en su conjunto.
- Se crea el caldo de cultivo para el surgimiento de líderes y partidos populistas.
En el fondo de todos los problemas derivados de la desigualdad se encuentra el trasfondo del más importante de todos: la ruptura de la Unidad y la Cohesión social.
Sin esta premisa, cuando lo que prevalece en el seno de las sociedades es la división y el conflicto, es imposible avanzar en la senda del progreso, ni de resolver ninguno de los grandes problemas que afronta la sociedad.
Ante la magnitud de los retos y desafíos que afronta la humanidad en los inicios del Tercer Milenio, es más importante que nunca recuperar esa Unidad. De hecho, esta es la función más importante del liderazgo político. Lograr la máxima cohesión y adhesión social al modelo y el sistema político y los ideales que representa. Así lo hicieron los grandes líderes y estadistas que pasaron a la historia por los grandes logros alcanzados por sus naciones bajo su liderazgo. Sin embargo ¿Qué tipo de gobernantes políticos tenemos en estos momentos? Justo los opuestos. En todo el mundo vemos Presidentes de naciones que dividen a su pueblo, entre sus partidarios y los que se oponen a su estilo personalista.
Pero no es solo el escandaloso incremento de las desigualdades que se ha producido en el seno de las economías desarrolladas sino, sobre todo, la abismal desigualdad de rentas entre los países más ricos y los más pobres. Un problema endémico del sistema que, en lugar de corregirse, tiende a agravarse con el resurgimiento de los nacionalismos en todo el mundo.
Nacionalismos que pugnan por el surgimiento de nuevos países, fronteras y banderas, cuando esa división del poder político en casi 200 Estados nacionales, es el factor principal de su debilidad a escala global frente al poder económico de las corporaciones multinacionales en la actual etapa final del proceso de globalización en la que nos encontramos.
El auge de los líderes populistas es otro de los factores que incide en el crecimiento del nacionalismo pues este tipo de líderes espolean el orgullo nacional a costa de presentar a los demás pueblos y países como el enemigo exterior. Una estrategia que les permite descargar la responsabilidad de todos los problemas de su pueblo en los otros pueblos, bien por la amenaza de la inmigración, el terrorismo, la competencia comercial, la amenaza militar o cualquier otro argumento. De este modo, la frustración y la ira, por el paro, la pobreza, la inseguridad y otros factores, se dirigen hacia el extranjero, como responsable de todos los males. El gobernante queda así eximido de culpa y logra la aclamación entusiasta de una buena parte de la ciudadanía, que aplaudirá y apoyará incondicionalmente todo tipo de medidas proteccionistas, contra la inmigración y hasta por políticas militaristas y de rearme.
Pero, la identificación del enemigo exterior, es solo uno de los polos sobre los que crece el populismo de los líderes nacionalistas. El otro, es el del enemigo interior, identificado en todos aquellos que se muestren críticos con el nuevo líder y su estilo de gobierno, personalista y avasallador. Para este tipo de líderes y, de manera creciente, también para sus seguidores más fanáticos, que no dudarán en jalear la represión a la oposición y practicarla incluso con sus propios vecinos, los fines de salvar a la nación justifican la utilización de todo tipo de medios para lograrlo. Lo que incluye una mayor represión de la oposición, control de medios de comunicación, recortes de libertades, etc. en una espiral por la que sociedades abiertas y democráticas derivan hacia sociedades intolerantes, cerradas y hasta xenófobas.
El auge de líderes populistas ya no es sólo propio de países de la periferia del sistema y con poca trayectoria democrática, sino que afecta incluso a países del núcleo del sistema y con una larga tradición democrática. Como veremos, la inversión del orden en el sistema ha provocado el descrédito de la clase política y de las instituciones democráticas. En los siglos XIX y XX, las sociedades abiertas y democráticas se convirtieron en grandes potencias económicas y militares, que extendieron su influencia por todo el mundo, convirtiéndose en el modelo a seguir para el resto de países. Tan sólo el populismo nazi y fascista pusieron en peligro su prestigio y dominio en la escena internacional que se vio todavía más incrementado tras la victoria de las potencias democráticas sobre los dictadores populistas europeos y la figura del emperador absolutista de Japón. Sin embargo, los procesos que llevaron a que un líder tan fanático y xenófobo como Adolf Hitler llegara al poder en unas elecciones democráticas, debería hacernos reflexionar sobre las dinámicas sociales que pueden convertir sociedades abiertas, pacíficas y democráticas en otras cerradas, belicosas y dictatoriales.
Al descrédito actual de la clase política y las instituciones democráticas en todo el mundo se suma el crecimiento y éxito económico de modelos políticos totalitarios. China ya es la segunda potencia mundial y aspira a convertirse en la primera, mientras que los Estados y emiratos petroleros de Oriente Medio se han convertido en un emporio de riqueza material. Y dónde antes era la ciudad abierta y cosmopolita de Nueva York, con sus rascacielos, los que asombraban al mundo, ahora son los de Shanghai o Dubai los que despiertan admiración y hacia los que mira el mundo entero. Rompiéndose así la asociación de ideas antes existente entre democracia y prosperidad, para asumir que la prosperidad puede ser mucho mayor bajo regímenes totalitarios. Sin embargo, la historia nos enseña que los sistemas abiertos terminan siempre siendo los más adecuados para la innovación, la ciencia y el desarrollo económico, por lo que sería un grave error que otros países se inspiren en esos modelos totalitarios. Incluso un error para China y los países del Golfo, si no saben aprovechar su pujanza económica para impulsar la evolución de sus actuales sistemas políticos hacia otros más abiertos y democráticos.
Por todas las implicaciones éticas y sociales, como por las graves consecuencias políticas y económicas de la desigualdad, debemos reconocer que este es el problema central resultante de la inversión del orden en el sistema y todo el desorden mundial que ha generado. Por lo que este es objetivo prioritario de la Economía 4D y debería serlo de la nueva economía que surja de la Cuarta Revolución Industrial. De la que cabe esperar un impresionante crecimiento de la productividad y la riqueza, suficiente como para permitirnos corregir los actuales desequilibrios, favoreciendo una mayor igualdad y un nuevo auge de las clases medias a escala planetaria. Logrando la Unidad por la reducción de las desigualdades en el seno de los países y la Unidad de acción política entre todos los países para hacer frente a los grandes desafíos globales del Tercer Milenio.
El sistema financiero mundial se había basado siempre en la producción y el ahorro, iniciándose, a partir de la inversión del orden en el sistema y el surgimiento de la Economía de la Oferta, un experimento crediticio que nos ha abocado a la economía especulativa y el endeudamiento masivo, que están en el fondo de la mayor parte de problemas que aquejan a la economía mundial, los recortes sociales y el debilitamiento de las democracias. Una economía especulativa que se completaba con la economía de la oferta, constituyendo entre ambas una, cada vez más inconsistente, Economía de Papel.
Así como en la revolución industrial electrónica y químico – farmacéutica el incremento de la productividad y el excedente habían contribuido al reforzamiento de las finanzas de los Estados y a un mayor auge y bienestar de las clases medias, en la revolución de las TIC’s y la informática no fue así. Los beneficios del excedente se desviaron masivamente a paraísos fiscales, así como contribuyeron a una mayor concentración de riqueza en una élite cada vez más reducida, ampliando las desigualdades y la brecha social, mientras las arcas de los Estados se vaciaban y estos pasaban a depender enteramente de los mercados de deuda para su financiación.
EL ORIGEN DE LA ACTUAL CRISIS SISTÉMICA SE ENCUENTRA EN LA INVERSIÓN DEL ORDEN Y LA JERARQUÍA ENTRE UN PODER POLÍTICO FRAGMENTADO, DEBILITADO Y DESACREDITADO, FRENTE A UN PODER ECONÓMICO TRANSNACIONAL QUE HA IMPUESTO SU SUPREMACÍA, PROMOVIENDO LA DESREGULACIÓN QUE HA DADO PASO AL ACTUAL DESORDEN ECONÓMICO MUNDIAL
UN SISTEMA ECONÓMICO ALTAMENTE INESTABLE E INCONSISTENTE, GENERADOR DE INJUSTICIA SOCIAL Y EN EL QUE SE SUCEDE UNA CRISIS TRAS OTRA
Una dependencia que se extendía también a los partidos políticos, que también necesitaron recurrir a préstamos bancarios y, en muchos casos, a financiación ilegal. Siendo así como se invirtió el orden y la jerarquía en el sistema, pasando el Poder Político a depender del Poder Económico. La desregulación iniciada en los años 70’s con el giro neoliberal fue el principio de una deriva del sistema que todavía continúa y que ha llevado a que las grandes corporaciones multinacionales dispongan de mayores presupuestos que la mayoría de Estados nacionales. Mientras crece el poder de los lobbies en las principales capitales y centros de poder político de todo el mundo, como Washington o Bruselas. Y los partidos políticos recurren a financiación ilegal por parte de empresas, para sufragar los costes de una maquinaria electoral que es esencial para ganar elecciones.
Mientras la productividad crecía exponencialmente con las nuevas tecnologías de la informática, la información y la comunicación, como ya se ha explicado, esa mejora no se trasladaba a los salarios, sino que se concentraba en los segmentos socio-económicos más altos de la población. Sin embargo, la nueva Economía de la Oferta sirvió para encubrir aquel estancamiento salarial. La idea pasaba por inundar las grandes superficies comerciales de productos a muy bajo coste. Vestidos, calzado, decoración o productos electrónicos a precios increíblemente bajos, que venían a incrementar el poder adquisitivo, enmascarando la realidad del citado estancamiento salarial. Pero aquellos precios tan bajos sólo eran posibles cuando los productos eran manufacturados por trabajadores de países del Tercer Mundo, trabajando en condiciones de insalubridad, trabajo infantil, explotación laboral, con salarios bajísimos para jornadas interminables y sin protección social de ningún tipo. En condiciones casi idénticas a las que habían soportado nuestros abuelos y antepasados, los obreros de la primera revolución industrial.
Pero los trabajadores de Europa y Norteamérica preferimos mirar entonces hacia otro lado y, mientras nos rasgábamos las vestiduras cada vez que veíamos un reportaje o documental sobre las condiciones de explotación laboral en las maquilas o factorías de otros países, seguíamos comprando cada vez más los productos baratos que nos llegaban de aquellos países. Finalmente, cuando la mayor parte de la industria productiva se ha deslocalizado, para poder mantener o crear empleo industrial en la competencia con aquellos países, en los nuestros se han tenido que reducir drásticamente los salarios y condiciones de trabajo, abocándonos a la actual situación de precariedad laboral que sufren los jóvenes. Quienes, como sus abuelos en la primera revolución industrial, ni siquiera trabajando pueden permitirse una vivienda y condiciones de vida dignas para sostener una familia.
Y no sólo la deslocalización de las plantas de producción y el juego sucio y la desventaja competitiva que representaba para las que seguían pagando sus impuestos en sus países y manteniendo salarios dignos y condiciones de seguridad para sus trabajadores. También la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral, la extensión de los horarios de trabajo y, sobretodo, el endeudamiento de las familias les permitió mantener la ficción de proseguir con su nivel de vida. Pasando del ahorro al crédito de forma masiva, extrayendo entre 2001 y 2005 los trabajadores de USA hasta 500.000.000.000 US$ quinientos mil millones de dólares de préstamos de sus propias viviendas… para seguir pagando la educación de sus hijos, los seguros médicos, etc. que antes pagaban con sus propios salarios.
La realidad era que los ingresos reales por trabajador habían caído y seguirían cayendo, en un viaje al pasado que todos creíamos superado, de trabajos precarios que, incluso trabajando los dos miembros de cada pareja y familia, ni siquiera les permite llegar a fin de mes o poder costear los gastos de una mayoría de hogares con un solo hijo. Cuando antes, sólo con el salario del padre de familia, vivían holgadamente familias numerosas.
Una inversión del orden en el sistema que también está pasando factura a la clase política, que ahora está pagando por el error de entregarse a la total liberalización de la economía preconizada por el Neoliberalismo, en forma de descrédito de las instituciones y de la clase política, déficit público y dependencia del poder económico. Y así seguirá siendo, mientras, en lugar de enmendar sus errores y abordar los grandes problemas de fondo del sistema económico, opten por cerrar los ojos y continuar en una huida hacia delante que nos puede terminar abocando a una crisis de proporciones nunca vistas.
Pero, ¿Qué llevó a los líderes políticos a hacer dejación de su responsabilidad sobre el sistema económico? Y ¿Cómo la ciudadanía permitió tanta desregulación y el progresivo desmantelamiento del Estado del Bienestar? Además del encubrimiento propiciado por la Economía de la Oferta, lo sucedido sólo fue posible como consecuencia del previo hundimiento del modelo Ético y de valores sobre el que se habían construido el éxito y la prosperidad de las potencias democráticas. La Política se ejerce desde ideas e ideologías inspiradas en la Ética y Valores prevalecientes en cada tiempo y lugar. Pero, precisamente en la década de los años 70’s, cuando dio inicio el giro liberal, se había producido un notable debilitamiento de la Ética y los Valores, que venía a poner punto final a toda una época marcada por los grandes ideales políticos, liberales primero, y socialistas o social demócratas, después. Un giro hacia la economía especulativa y de la oferta, que se consolidó en los años 80’s, con el auge de los yuppies y la admiración hacia el modelo de éxito encarnado en los tiburones de Wall Street, en una nueva etapa de desorden económico mundial, que vino a enterrar definitivamente el orden económico mundial logrado tras los Acuerdos de Bretton Woods.
EL FIN DE LOS GRANDES IDEALES Y EL VACÍO ÉTICO
El dinero fácil, resultado de la especulación en los mercados, sin generación de riqueza ni empleo, vino a ser aclamado como un gran logro y un modelo de éxito. Siendo así como los ideales de una sociedad más justa y humana, concebidos en la Ilustración y por todos los grandes pensadores y líderes políticos que siguieron aquella senda, también fueron enterrados. En su lugar, el consumismo se convirtió en el único ídolo al que adorar, en sustitución de cualquier otro ideal humano. Como si consumir por encima de las propias necesidades, fuera un mérito y un fin en sí mismo. Cuando el consumismo es una aberración económica y la negación misma de los ideales de construcción de un mundo mejor y más humano.
EL CONSUMISMO ES UNA ABERRACIÓN ECONÓMICA Y LA NEGACIÓN MISMA DE LOS IDEALES DE CONSTRUCCIÓN DE UN MUNDO MEJOR Y MÁS HUMANO
El consumo es necesario para sobrevivir, para cubrir nuestras necesidades básicas en alimentación, vestido, salud, comunicación, vivienda o seguridad y resguardo, entre otras. Por supuesto, todos los seres humanos aspiramos a mejorar nuestro bienestar con servicios y bienes de consumo que nos hagan la vida más fácil y gratificante. Pero cubrir esas necesidades básicas, sigue formando parte del nivel humano de sobrevivir. Pero, a diferencia de lo que sucede con el resto de especies animales, cuyo fin es la supervivencia, esta no es un fin en sí mismo para nosotros. Los seres humanos sentimos el impulso de realizarnos, desarrollando el potencial humano que cada uno atesoramos en nuestros dones y capacidades, para sentirnos plenos y felices.
Este nivel de Realización, puramente humano, y que Abraham Maslow situó en la cumbre de su célebre Pirámide de Necesidades, es el verdadero fin y objetivo de nuestra existencia como individuos. Un nivel que implica muchas cosas que no se pueden comprar, como el amor o la amistad, la autoestima o el reconocimiento, la integración social o los ideales humanos y el sentido de trascendencia, entre otros muchos rasgos que nos humanizan. Siendo así que, si no logramos cubrir nuestras necesidades superiores, nos sentimos vacíos por dentro. Lo que deriva en una sociedad desorientada, confundida y enferma, cuyos síntomas se manifiestan en las epidemias de depresión, la ansiedad, trastornos alimentarios, adicciones o suicidio que son los males de nuestro tiempo en las sociedades económicamente desarrolladas. Porque ese vacío, no se puede llenar con bienes de consumo, como vanamente pretenden algunos. Si así fuera, las personas con una posición económica acomodada nunca se suicidarían. Y, en cambio, sabemos que no es así y que es en los países con mayor poder adquisitivo donde el suicidio es más frecuente. Por todo ello, es vital que aprendamos a distinguir entre bienestar o Prosperidad material y Progreso humano, realización y felicidad, entendiendo el primero como un medio al servicio de este último como fin. De tal manera que, a la cobertura de las necesidades básicas y materiales, le ha de seguir la de las necesidades humanas superiores.
Así lo entendió toda una generación de jóvenes que, en las décadas de los años 50’s y 60’s, emprendieron sucesivas revoluciones con las que pretendían impulsar grandes cambios sociales para la humanización de un modelo de sociedad que no podía quedar estancada en la mera satisfacción de sus necesidades materiales. El desarrollo económico en aquellas décadas tras el fin de la II Guerra Mundial y los Acuerdos de Bretton Woods se extendía a casi todos los países del mundo, tanto de la órbita capitalista como de la comunista. Salvo el riesgo de guerra nuclear entre las dos superpotencias, el futuro se vislumbraba esperanzador para la humanidad. El incremento de los niveles de vida y bienestar, sobre todo en Europa y Norteamérica, despertó en jóvenes de todo el mundo el deseo de dar el siguiente paso, desde la prosperidad material al progreso humano, del bien-estar al bien-Ser, por un mundo más humano, pacífico y civilizado. Pero aquella revolución espontánea de las flores, el amor y la paz, fracasó en su intento de humanizar el mundo y las consecuencias del Vacío Ético que nos dejó aquel fracaso las pagaron las sucesivas “generaciones perdidas” y las seguimos pagando en la actualidad.
AL FRACASO DE LAS RELIGIONES PARA ADAPTAR SU ÉTICA Y COSMOVISIONES A LA REALIDAD DEL MUNDO MODERNO Y LOS AVANCES DE LA CIENCIA, SE AÑADIERON LOS FRACASOS DEL SOCIALISMO REAL COMO ALTERNATIVA Y, POR ÚLTIMO, EL DE LA REVOLUCIÓN DE LAS FLORES, EL AMOR Y LA PAZ EN LOS AÑOS 60’S LO QUE NOS DEJÓ UN VACÍO ÉTICO EN EL QUE ENCONTRAMOS LA CAUSA ÚLTIMA DE LA INVERSIÓN DEL ORDEN EN EL SISTEMA
El fracaso del comunismo, como sistema alternativo al capitalismo, que ya era evidente en los años 70’s y, sobre todo, de las revoluciones juveniles y movimientos hippies y alternativos en los años 60’s, significó el fin de toda una época, en la que los ideales políticos y sociales, desde el movimiento romántico a las revoluciones socialistas, pasando por las liberales, habían ilusionado los corazones de sucesivas generaciones, animándoles a avanzar hacia un mundo mejor y más justo. Lo que nos quedó fue un Vacío Ético de inconmensurables dimensiones, que terminó abocándonos a la sociedad de consumo, triste y significativa denominación para nuestro actual modelo de sociedad, basado en la exaltación del individualismo y el materialismo, el hedonismo y el consumismo. Un vacío y necesidad de trascendencia e identidad que explica el auge de los populismos, nacionalismos y fundamentalismos de todo tipo que se ofrecen a llenarlo, debilitando aún más los sistemas abiertos y democráticos.
Los ideales marxistas fracasaron por su ignorancia de la naturaleza humana. La falta de incentivos individuales era desmotivadora de la mejora de la eficiencia en el sistema productivo. Y, precisamente, la esencia de la Economía es la Eficiencia, por lo que no pudo triunfar en su competencia con el capitalismo. Por su parte, los ideales contestatarios de los movimientos juveniles hippies y los modelos de producción y convivencia comunitaria que trataron de construir, tampoco pudieron constituirse en alternativa real y acabaron derivando en las tribus urbanas actuales, sin apenas contenido ético, sino sólo dotadas de identidad y gustos estéticos, muchas veces contraculturales. Sin embargo, aquella sigue siendo nuestra revolución pendiente, la de la humanización del mundo, sin la cual la tecnología puede convertirse en arma para nuestra propia autodestrucción. De ahí que sea vital reconocer la importancia de aquella revolución y las causas de su fracaso.
En la ruptura y el rechazo frontal de aquellos jóvenes, de la Ética y los Valores tradicionales de sus padres y antepasados, sobre los que se había logrado la riqueza y la prosperidad en sus países, se encontraría la causa última de su fracaso. Se trataba de seguir el camino ya emprendido, permitiendo la evolución del sistema hacia un modelo más humano, no de volver a sistemas de producción preindustriales y artesanales, como también de vida comunitaria nómada y tribal. Para construir un nuevo modelo, hubieran necesitado una nueva Cosmovisión, superadora de la religiosa de su propia tradición cristiana. Pero no hicieron esto, sino que se limitaron a nutrirse de otras antiguas Cosmovisiones, como las orientales del hinduismo, budismo o taoísmo, pero que tampoco eran capaces de inspirar una Ética de validez universal para nuestro tiempo, sobre la que levantar un modelo de sociedad más avanzado. Además, como senda para la exploración y la expansión de la Conciencia, también se equivocaron al elegir como vía de acceso la puerta falsa de las drogas. Siendo así como, finalmente, tras rechazar y demoler los valores tradicionales, no fueron capaces de levantar otros nuevos en su lugar, dejando un Vacío Ético que sigue estando en el fondo de los mayores problemas que afronta nuestro actual modelo de sociedad.
LOS MOVIMIENTOS JUVENILES DE LOS AÑOS 60’S OPTARON POR LA RUPTURA CON EL SISTEMA, EN LUGAR DE IMPULSAR SU REFORMA Y EVOLUCIÓN, LO QUE TERMINÓ ABOCÁNDOLOS AL FRACASO
Ese Vacío Ético, en el fin de los ideales políticos y sociales que inspiraron a los grandes estadistas del pasado, está en el fondo del descrédito de la clase política, la corrupción y la dejación de su responsabilidad de control y orientación del poder económico hacia el Bien Común. Y sólo en la medida en que seamos capaces de llenar ese vacío, con nuevas ideas e ideales, con una nueva Ética y Cosmovisión, lograremos recuperar el control de la situación y asegurar un futuro mejor para nuestros hijos y las futuras generaciones. Empezando por abordar una profunda reforma del sistema económico, para la recuperación del prestigio del Poder Político y del orden natural en el sistema. Una reforma que ha de ser capaz de resolver los problemas endémicos del modelo económico y los nuevos surgidos como consecuencia de la desregulación. Una reforma que es inaplazable y apremiante, por cuanto el actual desorden económico mundial pone en peligro la continuidad de la sociedad abierta y supone una seria amenaza de colapso para todo el sistema.
Los problemas endémicos inherentes al sistema económico, y que deberían ser abordados en su reforma, los podemos identificar en las 3 I’s, de Insostenibilidad económica y medioambiental, Injusticia social e Incompetencia para el completo desarrollo de nuestro potencial humano de poder y felicidad. Unos problemas que se arrastran desde la Primera Revolución Industrial y que ya no podemos tolerar por más tiempo. La eficiencia en la gestión de los recursos disponibles constituye la misma esencia de la Economía, por lo que el consumo masivo, innecesario, ineficiente y depredador de los recursos del planeta, no puede sino considerarse como aberrante e insostenible. Por otra parte, el conjunto del sistema económico tiene como fin último la satisfacción de las necesidades de la comunidad humana y, en la medida, en que permite que la acumulación excesiva de unos se produzca a costa de las carencias, privaciones y sufrimiento inútil de otros, se pone en evidencia su injusticia social. Finalmente, incluso aquellos pueblos que tienen mayoritariamente cubiertas sus necesidades básicas y, sobre todo aquellos que se encuentran más profundamente sumidos en el Vacío Ético, sufren por causa de trastornos psicológicos cada vez más extendidos, convirtiéndose en dependientes de los psicofármacos. Todos ellos, síntomas de una sociedad enferma, que nos dejan ver claramente la existencia de múltiples niveles de necesidad no atendidos por el sistema, que así se revela como incompetente para ayudarnos en el desarrollo de nuestro poder personal y felicidad.
Tras el giro neoliberal de los años 70’s, lejos de corregirse, a los problemas endémicos del sistema, ya identificados en las 3 I’s, se ha superpuesto un cuarto elemento, el de la Inconsistencia del sistema económico. Sin anclaje a la economía real, a la máquina de imprimir papel moneda, que puso en marcha Estados Unidos, le siguió una escalada sin precedentes del multiplicador monetario por el que los bancos e instituciones financieras privadas crearon ingentes cantidades de dinero al margen de los Bancos Centrales y gracias a la relajación de los controles y las políticas de reservas por parte de éstos. Los derivados, las opciones, las repos o las commodities, como otros productos financieros cada vez más sofisticados y alejados del control de los gobiernos. Dejándonos así un sistema: Insostenible, Injusto, Incompetente e Inconsistente. El mismo que estuvo a punto de colapsar en 2008, en una crisis desencadenada, precisamente, por este tipo de productos financieros, propios de una economía especulativa cada vez más alejada de la economía real.
El remedio que se aplicó desde el Poder Político a la crisis desencadenada por esta inconsistente Economía de Papel, que gira entre la Economía de la Oferta y la Especulativa, e impulsadas por el multiplicador monetario fue… mucho más de lo mismo. Una impresionante expansión monetaria generada desde los Bancos Centrales para inyectar más dinero en el sistema. Pero las cifras astronómicas de dinero puesto en circulación no se han traducido en un crecimiento económico equivalente, porque no llegaron a la economía real, sino que fueron a parar al Casino Financiero, la economía especulativa y de papel. Mientras, la necesaria reforma del sistema, sigue aparcada, a la espera de la próxima crisis.
Siendo así como los problemas siguen acumulándose, sin que los actuales líderes políticos los aborden con la urgencia que requieren por todo el riesgo que implican. Podemos distinguir dos grandes grupos de riesgo:
- Los derivados de la pérdida de control del potencial destructivo de nuestra tecnología.
- Los relacionados con la profundización de la crisis sistémica y el posible colapso del sistema.
Y la clave que ambos comparten es la complejidad de la naturaleza humana, agravada por nuestra ignorancia sobre nosotros mismos y exacerbada cuando existe una situación de Vacío Ético y desorden en el sistema. Precisamente la situación en la que nos encontramos desde los primeros años del Tercer Milenio que, como cabe recordar, nos dio su primer aviso y señal de alerta en su primer año, concretamente el 11 de Setiembre de 2001, con el ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York. Desde entonces, la inseguridad a nivel mundial no ha cesado de crecer, añadiendo un nuevo factor, el de la Inseguridad, a la Inconsistencia del sistema y las 3 I’s.
LA INJUSTICIA SOCIAL, LA INSOSTENIBILIDAD ECONÓMICA Y LA INCOMPETENCIA PARA EL DESARROLLO DE NUESTRO POTENCIAL HUMANO DE PODER Y FELICIDAD, SON LAS TRES PRINCIPALES CARENCIAS Y PROBLEMAS ENDÉMICOS DEL SISTEMA
TRAS LA RUPTURA DEL ORDEN ECONÓMICO DE BRETTON WOODS, A LOS PROBLEMAS ANTERIORES SE HAN SUMADO LOS DE INCONSISTENCIA E INSEGURIDAD A NIVEL MUNDIAL, PONIENDO EN GRAVE PELIGRO AL CONJUNTO DEL SISTEMA Y LA SOCIEDAD
Nosotros, los seres humanos, somos la causa de todos nuestros problemas y, también, la solución. La naturaleza humana es la clave. Pero somos terriblemente ignorantes de nosotros mismos. Podemos enviar un misil al otro extremo del planeta con una precisión de centímetros, pero no conocemos bien qué mecanismos psicológicos y psicosociales nos pueden llevar a apretar el botón para lanzar ese misil y desencadenar una guerra nuclear. Siendo así como la ingeniería genética nos puede ayudar o un virus manipulado nos puede destruir y, del mismo modo, en lo relativo al uso de la nanotecnología o la inteligencia artificial y los robots autónomos, entre otras muchas innovaciones tecnológicas.
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